Friday, May 27, 2011

El Edén

Es muy parecido a Paraíso, pero se sube por La Julia o mejor dicho,
por ese acceso el camino es mas corto hasta El Edén.

La subida a ese Puesto de Guardaparques de La Julia debe ser una de las
mas empinadas en el Avila.

Se llega a la entrada de la Cota Mil por El Marqués, se deja el
vehículo y de ahí, hasta hay escalinatas para el comienzo de la
subida. Mucha gente sube directamente caminando desde Petare y
sitios cercanos.

Es uno de los accesos mas glamorosos, despues de Sabas
Nieves claro está, que es por donde sube el "tout" Caracas.
La lycra es el tejido predominante. Los ombligos y los
abdominales desnudos de las chicas aspirantes a modelos, las
pantorrillas atléticas, los elásticos traseros sin celulitis y
los escotes generosos son parte integral e indivisible del
entorno. Los tonos de rosado de las mejillas femeninas
abundante, pero delicadamente sudadas, disparan la
imaginación de los machotes.

Si alguna vez alguno de los atarrayeros anda buscando
pesca, uno de los mejores sitios de Caracas debe ser La Julia,
un fin de semana.

Porque uno sube por allí y se pregunta:

- Bueno, pero ¿dónde están los hombres en este país ?.

Cuestión que de paso le crea un compromiso a uno ;-/

Las minas suben de a tres, de a dos y hasta de a una, _solas_.

Las pintas, son para levantarle presión hasta al mas achantao.
Yo me pregunto si es que no les da miedo un ataque o una violación,
andando solas por ahí. Pero las muy provocadoras andan en una
actitud de:

- ¡Asalto es asalto !!!.

Pero al decir de algunas de mis alumnas de hace años, el peligro
es nulo, porque estos chamos de ahora "no sirven pa' ná".

¡No sacan bate!.

Los chicos suben de a dos y de a tres. También enfundados en
lycra, zapatos de marca, papeaotes, atléticos, con abdominales y torsos,
dolorosamente construidos en los gimnasios de moda, a fuerza de
aerobics, pesas y multifuerza.

Pero de las jevas, "ni pendientes"; pa' ponelo en el mismo lenguaje
de ellos.

No entablan conversación con el sexo opuesto, me imagino que
mas preocupados en mirarse unos a otros y a ellos mismos.

Ah, verdad, pero íbamos pa'l Edén. disculpen. Otro día les cuento
algo de un tipo de estos papeaotes.

Bueno, al pasar la frondosa fila sembrada de eucaliptos que es
La Julia, ya la fauna tirafísico desaparece casi por completo y
quedan solamente los boyescaos adultos fanáticos. Esos fulanos que andan
siempre con unas botas de caminar, una rama a manera de bastón,
una navaja swiss army, una cantimplora, un morral con estribos de
aluminio y una cara de anacoreta que no la brinca un venao (espécimen
en el cual me he convertido en los últimos años, por cierto).

Cosa que lo pone a pensar a uno si no será cierto el ominoso criterio
que los boyescaos de verdad son una pila de carajitos disfrazados
de pendejos, marchando detrás de un pendejo disfrazado de
carajito.

Bueno, de La Julia a El Edén la subida es un campo de orégano,
comparada con los peligrosos riscos, ventisqueros, precipicios
y anfractuosidades de la subida a Paraíso.

Silbandito iguanas pasamos por El Tanque, luego almorzamos en
El Mirador, lo cual queda como a 10 minutos del sitio de
destino, con las canillas previsoramente compradas por papi,
delicadamente emparedando el queso y el jamón. Frugal, porque
yo quería llevar champagne, langosta, salmón, pavo, champiñones
y escargots, pero la cesta de la merienda iba a ir muy pesada.

Finalmente, emprendimos la marcha hacia El Edén, el cual es un
paraje igual de tupido, igual de selva lluviosa tropical e
igual de Humboldt-Bompland-y-Bellerman que Paraíso, pero
todo mas pequeño.

Ahí nos pasamos una media hora disfrutando de la paz y la
quietud de ese recodo tropical que ven en el cuadro de
Bellerman.







Río Osorio, La Guaira. Bellerman.


La bajada fue solitaria, porque ya eran las cuatro de la tarde
de ese Domingo y ya a esa hora los caminantes ralean. De nuevo
fue gratificante el espectáculo de ver a mi pueblo desde lo alto,
sin mi presencia (:

Juan, desde Petare.

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Paraíso

Date: Mon, 21 Apr 1997 13:16:38 -0400 (EDT)
From: Juan Vazquez
To: atarraya@mit.edu
Subject: Paraíso.

Le decía a Mariana ayer, cuando subíamos hacia Paraíso por la pica del Estribo de Duarte (Boleíta) en el Avila, que cuando fuera pa'l Infierno ni de vaina que la acompañaba. Porque si ese es el camino para el Paraíso, como será el de aquel. La subida es macha. Hay que escalar como chivos por una piedras de órdago. Y la bajada es mucho "pior", porque ya uno viene cansado y cualquier traspiés y uno va a parar en uno de esos precipicios, que en una de esas se hace cualquier rasguño.

Es que también comenzamos a subir muy tarde; golpe de 11 y cuarto de la mañana. Y nos fuimos de velocidad hasta el Estribo en 16 minutos cronometrados y nos tomamos la mitad del agua. La gente en el Estribo dice que Paraíso está a una hora, pero nosotros nos echamos 1 hora 40 minutos. Y eso que habíamos parado como por media hora. La Dra. Strauss, Mariana (12+1), Valentina (10) e Irina Marcano (10) me llevaban arreao, porque yo me había castigado con unas cuantas frías el Viernes y el Sábado y pa' subir con esa panza, el trabajo es arduo.

Además el agua que recogimos en el termo por allá arriba estaba turbia y andábamos todos desconfiados para tomarla.


Río Osorio, La Guaira. Bellerman.


Pero Paraíso vale la pena. Es un paraje metido en la selva lluviosa de la montaña, de esos que aparecen en los cuadros de Bellerman o algo así.

Unas cascadas y unas pozas tentadoras. De cualquier mogote, en cualquier momento, han podido aparecer el Barón Alexander Von Humboldt y su querido amigo Aimeé Bompland.

Solo estuvimos como 15 minutos en el sitio. Había mucha gente y comenzó a llover grueso. Y nos paniqueamos, pues la bajada mojada hubiera sido pa'chorriarse.

Irina rodó y dio varias vueltas en lo mas empinado de la bajada, aun estando casi seca. Yo que iba mas adelante, me asusté pues ella me iba a arrastrar en la caída y perdí pie, pero no llegue a rodar.

El susto no fue mayor, porque ella de alguna manera se logró afirmar.

Cuando abrimos el morral de la comida, aquello era una sola masa con el agua que había destilado el queso paisa, el sudor de mi espalda, mezclado con el pan francés y el salchichón. ;-(

Llevé tres camisas y ya en la bajada tuve que ponerme la primera con la cual había subido, que aun no se había terminado de secar.

Ando con todos los músculos adoloridos de la caminata pero es muy nota subir a ese cerro, a ver como se ve Petare sin uno ;-).

Juan, desde Petare.



P.D.: esto es en realidad una prueba, porque me fastidian esos mensajes de: "Test, please ignore."

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Galipán

Date: Tue, 22 Jul 1997 17:53:49 +0400 (GMT)
From: Juan Vazquez
To: atarraya@mit.edu
Subject: Galipán.

Nos fuimos en la Wagoneer del flaco, aunque se ha podido subir a pie o en transporte público; dejando el vehículo en el primer puesto de guardaparques: Loma del Viento o Clavelito, nunca me acuerdo bien.

El sitio estaba cubierto de nubes bajas y reafirmé mi teoría de que somos los gochos del centro, porque vivir Galipán es transportarse a cualquier pueblito de Los Andes.

El mismo silencio, la misma sensación de paz, los mismos paisajes, las mismas flores, la misma gente, las mismas costumbres...

(Pulse en la foto con el apuntador digital ["maus" en criollo] para verla mas grande y apreciarla mejor)


Los caminos todos cubiertos de neblina provocaban ese extraño sentimiento de quietud y silencio que se asocia con los colores difusos de las sombras claras.

Los paseantes andaban cada cual en su mundo. Los sembrados de flores y los tonos de verde indistintamente matizados por la luz difusa creaban esa atmósfera de placidez, propia de los paisajes andinos.

Mucha gente caminando, montando a caballo, disfrutando del paisaje y haciendo nada.

La bodega es el centro de la actividad del pueblo, que por cierto no tiene estructura de pueblo, sino que esta formado por unas cuantas casas diseminadas por la montaña. Lo que falta es el miche "calentao" y las arepas de trigo para que sea gochilandia de verdad.

Nos dedicamos a caminar por los alrededores, a comer las tortas, las fresas y los jugos de moras de los puestos de comida de la gente del lugar.

Parte del grupo se animó a subir al Hotel Humboldt, distante su buena hora de camino. Yo andaba medio preocupado, porque eran todas mujeres las que subieron y aunque mi hipótesis es que los malandros son flojos y no les gusta subir cerro, uno nunca sabe.

Estuve pacientemente, durante las dos horas de la espera, pelando con la navaja de excursionista, una rama de árbol; tratando de dominar los nervios que me causaba el hecho que Mariana (13) y Valentina (10) andaban entre las arriesgadas y lo que logré fue tremendas ampollas en la mano derecha.

Luego me decidí por las cervecitas, en la única taguara que encontré, donde las servían. Me las daban de caleta, porque por ahí andaba un guardia nacional; pero lo cómico es que el guardia también tenía una en la mano. Aun así, los dueños del local hacían énfasis en mantener un bajo perfil con lo de las cervezas, porque como es sabido, estábamos dentro del Parque Nacional El Avila.

Vainas del respeto a las instituciones. ;-)

Pero es impresionante como se pierde esa sensación de acatamiento al poder constitucional, cuando se sale de los centros de la superestructura política.

El Flaco (buen caminante), quien había subido a buscar a su hija Carolina (15), llegó como a la hora y media, sin haber establecido contacto con las damas a pesar de haber llegado al hotel. Y es que las picas y los caminos son múltiples y es fácil perderse.

Pero ya, con tres cervezas haciendo efecto de calmante, mis preocupaciones estaban en otra parte.

A Humboldt y Bompland no los vi, pero fue ese día que por primera vez se me ocurrió que podían aparecerse en cualquier momento, en cualquier vuelta del camino, con su indumentaria de exploradores, sus largas barbas llenas de ramitas, sus avíos de naturalistas, su curiosidad europea y su ensimismada conversación de científicos.

Desde San Isidro de Galipán no se ve Petare por supuesto, porque el primero queda en la ladera del cerro que ve el mar, pero, che ;-), igual andaba imaginándome como se sentiría mi pueblo sin mi presencia, ¿viste? ;-)

Juan, desde Petare.

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Monday, April 17, 2006

Domingo...

Date: 24 Diciembre 2004
From: Juan
To: Centro Excursionista Caracas
Subject: Domingo.

Domingo...

En realidad nuestro Domingo comienza días antes: el Viernes ó el Sábado, con los preparativos del morral. Extraemos del closet el indispensable acompañante de nuestras excursiones con su carga permanente: el poncho impermeable, la gorra, la linterna, las pilas, el mini botiquín de primeros auxilios, el hule de picnic, el rollo de papel sanitario, el silbato, la bolsita de sal, los guantes de jardinería, el tarrito de chimó espantaculebras, la swiss army, etc. Entonces también metemos en el bolso quizás el trajebaño y el paño, dependiendo de la excursión, la camisa extra, unas medias...

Preparamos las botellas de agua potable, y las metemos en la nevera con los sandwiches. Muchos optamos simplemente por las infaltables canillas y el atún "latino". Pero algunos mas sofisticados han sido descubiertos con el queso manchego, el jamón serrano, el salmón fumée y el paté de foie ;-)

Pero volviendo a lo de la comida "latina", me pregunto que sería de la industria enlatadora de atún, sin nosotros los excursionistas.

El Sábado por la noche ajustamos el despertador.

5 a.m.: RIIIIIIIIIING... Botón de "retardo" y a dormir otros diez minutos.

El cepillado de dientes, la afeitada, el baño madrugador, el aseo personal, la doble media, la vestimenta cómoda, los últimos detalles del morral, los cambures por aquello del potasio. La caminata apurada hasta el Metro.

Siempre me voy imaginando todos los procesos de cada uno de nuestros compañeros en sus casas, como viendo una película en múltiples pantallas, con esos mismos preparativos, detalles mas, detalles menos.

Entonces vamos llegando de a poco a la Plaza Altamira. Los saludos soñolientos. Los besos con sabor a la crema humectante de las damas ;-)...

La asignación de puestos en el bus (Estuve casi un año asignado a la "cocina", pero ya he avanzado como 3 puestos hacia adelante. Jerarquías ó derecho de piso, que le llaman)...

El arranque del bus, con algún retrasado corriendo tras nosotros...

La "bajada de mula" de los que no han depositado en el banco el costo de la excursión...

La alegre cháchara, la venta de CD's, franelas, parches, gorras del CEC...

Y así llegamos al sitio de la partida... La sesión de fotos... (Si nos pagaran por estas sesiones de fotos ya seríamos millonarios...)

El comienzo de la caminata a pie: de nuevo la conversación ligera y despreocupada, las primeras subidas, las primeras exigencias a los pulmones y a las piernas.

Y así nos vamos habituando a las cuestas empinadas, al sol, al calor; pero aun es temprano y todavía estamos enteros.

Mas tarde la primera parada, en casi siempre la exuberante vegetación, la selva tropical nublada, el "rain forest" tan admirado por los angloparlantes, los primeros sorbos de agua...

Y es que esos trayectos a lo largo de los frondosos y frescos corredores sombreados de nuestros cerros, es lo que hace que valga la pena todas las incomodidades. El aire entra distinto a los pulmones, la expansión del espíritu que se produce en esos momentos es algo para almacenar en la memoria. Así mismo son esas caminatas por los ríos, donde nos refrescamos el sur de nuestros cuerpos y el intelecto, pero donde tenemos que sacrificar la integridad de nuestras preciadas botas de excursionistas.


Los baños en nuestras cascadas son cosa aparte. El día que por primera vez divisé, entre los árboles, el imponente Chorrerón del Duro, la emoción era indescriptible. No me quedó otra cosa que soltar una extraña risa cuasi-histérica de satisfacción. Luego, el jugueteo en las aguas casi heladas y la falta de oxígeno para respirar, dado el volumen de aire que desplaza la impresionante cantidad de agua en su caída.

Otras veces, cuando no hay río para refrescarnos, con el calor de la media mañana, aparecen los mosquitos, algunos somos atacados por las chivacoas, quizás algunas avispas; el calor aprieta, las camisas comienzan a empaparse. Si llovió la noche anterior hay que andar con cuidado por el barro.

La fila se extiende. Los mas guerreros nos van dejando atrás y en la siguiente parada, cuando llegamos los de retaguardia, los apurados ya están preparando la reanudación de la caminata.

Y así seguimos, llevando sol, empapados en sudor, el aliento se corta con lo empinado de la subida. Uno piensa que esta será la ultima cuesta, pero al llegar a su final, aparece otra y luego otra y más adelante otra, lo cual va acabando con nuestras reservas psicológicas.

Por fin hacemos cumbre. El reposo del guerrero. Cada cual busca su lugar para el almuerzo. El hule en el piso, el agua refrescante, el intenso olor a atún, las bromas y de nuevo la alegre conversa.

Si acaso una hora después comenzamos a bajar. Ahora, además del calor, el intenso sol, el sudor, los mosquitos, las avispas, los abejorros, las chivacoas; en una de esas se hace presente la lluvia. Ahí sacamos los ponchos y a sufrir con el vaporón y la humedad dentro del hule. Generalmente escampa rápido y ahora guardar el hule es complicado, porque se hace difícil doblarlo mojado a la misma forma que tenia antes. Al terminar de doblarlo y enfundarlo de nuevo en el morral, hace su aparición la Ley de Murphy: de nuevo la lluvia.

Y así, después de varios ciclos de lluvia y escampadas, nos decidimos ó a mojarnos ó a soportar el vaporón dentro del bendito hule ó a llevarlo en la mano, por si acaso.

Comienza el sufrimiento con las rodillas, porque además del intenso esfuerzo por la bajada, el terreno resbaloso por lluvia impone cargas adicionales en las piernas.

Y otra vez, pero a la inversa, vemos el sitio de llegada, ahí mismito, pero seguimos bajando y nada. Generalmente los últimos trechos de bajada son particularmente severos por las piedras filosas, irregulares. Ya los pies están sufriendo los efectos de unas ocho horas de marcha y de nuevo las reservas psicológicas comienzan a dejarnos desvalidos.

En algún afortunado momento terminamos de llegar a la taguara de las cervezas y ya las damas se han retocado el maquillaje para este acontecimiento social.

Después de dos o tres birras, ya uno comienza a ver la vida desde otra perspectiva.

El regreso al Metro, las despedidas apresuradas. La vuelta a casa y el baño relajante.

Hay quien dice que los excursionistas somos complicados, que buscamos las satisfacciones elaboradas.

Pero en realidad somos sencillos, porque solo necesitamos estar: quemados por el sol, sudados, acalorados, picados de mosquitos y avispas, atacados por garrapatas y chivacoas; con ampollas en los pies, los músculos acalambrados, las rodillas adoloridas, alguna raspadura en una pierna ó una mano, con brazos y piernas rasguñados por el roce del gamelote y alguna espina clavada en una mano...

para ser felices :-)

Juan

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