Geopolítica y campamento en la playa
Yo creo
que he aprendido mas de política, geopolítica y sociedad haciendo campamentos
en la playa y la montaña, que leyendo las noticias de prensa o los libros de
Machiavelo, Sun Tzu, Curzio Malaparte y Kissinger.
Si
ocupas mucho espacio y no tienes suficiente gente o medios, armas, etc., para
defenderlo, no te valen las cuerdas que pones para defender las fronteras. La gente se mete igual en tu recinto
"amurallado", en tu "Lebensraum".
Aprendo
en pequeña escala y extrapolo al escenario grande, pero ¡ojo!, no todo es
extrapolable.
Nos
íbamos manejando unas tres horas desde Caracas y llegábamos a Punta Brava, un paradisíaco
cayo con un arrecife de coral conectado a tierra firme un pequeño puente, un viernes
por la tarde. Establecíamos nuestro campamento a "pulgadas de la playa",
como decían nuestros amigos ingleses: tres o cuatro carpas, tres o cuatro
familias, todo el equipo de campamento, las cavas de las cervezas, anafes para la
parrilla, hamacas, sillas de playa, mesas, sombrillas, juegos para niños,
máscaras y aletas para submarinismo de superficie, etc.
El
sábado era tranquilo y plácido. Insertábamos estacas en el suelo y delimitábamos
nuestro espacio con cuerdas. Pasamos el día explorando la multicolor fauna
marina del arrecife de coral peces, calamares, medusas, pequeñas tortugas, con
las caretas y tubos respiradores, caminando por la playa, dejándonos flotar
perezosamente en la orilla del mar, durmiendo la siesta en una hamaca...
El sábado
por la noche seguía siendo tranquilo, brisa tropical, la Luna llena o la Osa
Mayor y las demás constelaciones del norte, música de cuatros y guitarras
lejanos, canciones románticas...
Aproximadamente
a las cuatro de la madrugada llegaban unos diez buses, con alrededor de 500
personas, tocando sus bocinas en una algarabía de pesadilla.
El
número de grupos de gente y su decisión o compromiso de entrar en conflicto y
su energía "genera derechos".
Cuando llegaba la marabunta en autobuses desde las ciudades cercanas, la
paz de que disfrutabas el día Viernes cuando llegaste al campamento desaparece
por completo.
Una
turba de gente invadiría todo el espacio cercano a la playa, como los gases,
que ocupan todo el espacio disponible.
Aproximadamente
a las 9 de la mañana, comenzaban en realidad nuestros problemas de espacio.
Primero, la gente de los autobuses tropezaría inadvertidamente con las cuerdas
de nuestro campamento, luego entrarían libremente en nuestra ciudadela, nuestro espacio vital.
Una
mamá con un bebé nos pedía agua potable para preparar el tetero, otra pedía
permiso para usar una de nuestras carpas como reservado para cambiarse, una
tercera pedía algo de comida para sus niño y hasta un rollo de papel higiénico,
algún gordo borracho nos pedía hielo para su bebida...
Nos
sentíamos intimidados, porque estas mamás no estaban solas; iban acompañados de
tipos fuertes, bebiendo alcohol como locos, duros y decididos ...
Todos
estos pequeños detalles uno los puede extrapolar a las relaciones geopolíticas
a nivel de países.
No todo, por supuesto, pero por ahí va el
asunto.
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