Jalando el tren.
- Jal'er plomo, jal'er plomo, jal'er plomo, jal'er plomo,... - nos regañaba acompasadamente la señora Evangelista desde su puesto, depositando ordenadamente la red en la playa, ayudada por otra de las mujeres.
- Jal'er plomo, jal'er plomo, jal'er plomo, jal'er plomo,... - nos animaba entonces, como con cariño.
- JAL'ER PLOMO, SURBARAN !!!,... - terminando su grito en una especie de interrogación, al interpelado que se esforzaba en mantener el plomo bien bajito, rozando la arena, en la orilla de la playa.
Entonces gritaba simulando indignación:
- JALEN ER PLOMO CARA' !!!, QUE UDS. NO SIRVEN PA'NA, MUCHACHOS 'ER CARAJO... - seguía animando-regañando Evangelista:
- SURBARAN,... MANTEN EL PLOMO BAJITO !!!...
- COÑO, PERO QUE ESTOY HACIENDO, EVANGELISTA ? !!! - protestaba, Sulbarán, el único "extranjero" del grupo. Luego me enteraría que Sulbarán, es un llanero de Guasdualito, que hace años se afincó en Juangriego.
- DEJEN LA "CORCHA", DEJEN LA "CORCHA", QUE ESA SALE SOLA...
- Jal'er plomo, jal'er plomo, jal'er plomo, jal'er plomo,...
El sol de las 10 de la mañana, no era inclemente, sino un crimen de lesa humanidad, el agua era muy fría y más salada que en los litorales que yo conocía y el cabo, mojado, después de unos 15 minutos de jalar, era más rugoso y más raspa-piel que el mecate seco y normal.
Para mí, la cosa comenzó hace unos 15 años, cuando estaba con algunos amigos, sentados en la playa de Manzanillo, admirando uno de esos espectaculares atardeceres margariteños.
Luego que el gigantesco disco hizo todo su acto de pocos minutos, desde que su visual inferior "toca" el agua hasta que desaparece majestuosamente en el mar, quedamos contemplando el silencio de los tonos de rosado-naranja, que hace que algunos gringos se sienten en las sillas de extensión y enmudezcan de la emoción con un trago en la mano, como diciendo: "ver esta vaina y morirse...".
Nos fue oscureciendo, mientras hablaríamos de alguno de esos temas trascendentes, cuando comenzamos a oír un rumor confuso de voces hacia nuestra derecha. Parecía gritos a veces, risas otras veces y no lográbamos discernir si era algún llamado de socorro de alguien en peligro o una fiesta en progreso.
Nos fuimos acercando hasta distinguir con precisión las voces, aunque aun no veíamos a nadie.
Entonces nos percatamos que era gente del pueblo que sacaba una red del agua. Nos mezclamos entre ellos y ayudamos a jalar, mientras los excitados pescadores se felicitaban por la captura.
Algunos de ellos, viéndonos la pinta de sifrinos de ciudad, comenzaron con su típico cantaíto margariteño la cordial provocación:
- Bueno, compai, ¿y las cervezas ?... ¿dónde están las cervecitas ?, compai...
El Flaco inmediatamente tomó la seña y se acercó al negocio de la orilla, donde compró unas doce polarcitas.
Mientras bajábamos las birras, los tipos nos recompensaron la ayuda con unos pescaítos de unos 15 cm de largo, con los cuales comimos como tres días, unas 8 personas.
Desde ese entonces quedé con la espinita de sacar de nuevo una red o "jalar un tren" como dicen los pescadores de verdad.
Y cada tarde de esa, en que nos quedábamos en Playa El Agua hasta las 7 u 8 de la noche, siempre yo estaba con la ladilla de irnos a sacar unas redes a Manzanillo. Pocas veces lograba convencer a la gente en estos últimos años y en esas oportunidades no había tren que jalar.
Alguna vez hasta llegué a pensar que íbamos a tener que cuadrar un teatro, especie de "Isla de la Fantasía" para poder quedarme tranquilo.
Esta vez fue distinto. La noche anterior bajamos a Guayacán como a las 8 de la noche, preguntándole a una parejita por un supuesto Chuíto, quien al decir de Juan de Petare, lo había convocado a jalar un tren por la noche.
- ¿Chuíto ????... aquí hay muchos Chuítos... ¿Chuíto, qué ? - me contestó el chamo a la orilla de la carretera y el mar.
- Chuitomarcano... - fue lo que se me ocurrió decir.
Así: Chuitomarcano, como dice la gente de Oriente, con quienes me crié y conviví en mi casa de Petare hasta los 25 años más o menos.
- ¿Chuitomarcano ?.... sera Chuitorramos, porque aquí no hay ningún Chuitomarcano.
- Bueno, pero aquí no iban a jalar un tren hoy ? - continué con la insistencia.
- No, hoy no - me contestó la chama - Anoche jalaron uno, pero no se sacó nada...
- ¿Pero tú estás seguro que aquí no vive Chuitomarcano ?
- No, compai, aquí el que vive es Chuitorramos.
- Ah, cará, debe ser que me equivoqué de pueblo - fue la salida oportuna.
Al día siguiente nos fuimos a conocer unas playitas que se ven desde la carretera nueva Juangriego-La Guardia. Ahí fue que conocí al clan de Julián Hernández, lo cual dio motivo a este pequeño reportaje fotográfico aficionado.
Pesca de Orilla con Tren de Acopio. Isla de Margarita.
Labels: Juangriego, Margarita, pesca de orilla, redes, tren de acopio, tren de pesca
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